La auditoria de cuentas, método clave para atraer inversores a la empresa

Si una startup ha pasado su primer ciclo de vida como empresa gastando los cartuchos de liquidez provienentes de sus fondos propios aportados por sus accionistas en el momento de consitución de la sociedad, entonces tiene dos opciones para terminar de validar su modelo de negocio:

1. Financiación ajena a través del endeudamiento mediante préstamos bancario (con o sin aval).

2. Optar por una ampliación de capital atrayendo nuevos inversores a la sociedad, lo que el argot se suele llamar realizar una primera ronda de financiación.

Estas rondas de inversión para captar más financión propia, suelen estar respaldadas por las 3F, «Friends, Family and Fools». Y en España, cada vez es más común que las empresas se financien de esta forma para ver cumplir sus sueños de desarrollo de negocio.

Es más, si no hay estas rondas de financiación previas, muchos otros inversores se niegan a entrar en la propia ronda de inversión, ya que consideran que ellos invierten a partir de unas determinadas valoraciones y con la esperanza de que la empresa llegue a alcanzar un valor 10 veces superior, para poder recuperar adecuadamente su inversión. Ya que invertir en startups entraña bastante riesgo por la escasa liquidez de los títulos que se compran.

Precisamente por este motivo, una vez la empresa ya empieza a progresar adecuadamente en el mercado y supera ciertas valoraciones demostrando que es un negocio que funciona de manera viable y rentable. Parece que algunos de las principales firmas de inversión y fondos de capital riesgo están empezando a solicitar la ayuda de auditores especializados.

La finalidad y su función sería que entren como auditores internos a conocer los entresijos de la compañía en venta y sean capaces de con la información facilitada a través de la empresa, junto con la información mercantíl presentada. Dar un informe de valoración, situación y reflejo de la imagen fiel de la empresa, mucho más neutral que la que visión que podrían tener los futuros inversores, si no contasen con la ayuda de estos profesionales.

Y es que tiene todo el sentido del mundo, porque a nadie le gusta invertir en algo que tiempo mas tarde puede que se demuestre que era un negocio nefasto porque los gerentes estaban ocultando información o falseándola para proyectar una imagen diferente de la realidad.

Las pequeñas empresas no tienen la obligación de somerterse a auditorias contables, pero si de cara al proceso de «due diligence» contratan una empresa de auditoría, siempre podrán poner en valor que la compañía que prentenden vender es realmente lo que se ve y no un cuento chino.

Por tanto, nuestra recomendación es que si te encuentras inmerso en una vorágine de captación de inversión, tal vez el hecho de incorporar al proceso una empresa de auditoría externa que respalde tus hipótesis y propuestas comerciales, sea la clave para facilitar la operación de venta o captación de financiación, al trasmitir que efectivamente como confirma la empresa de auditoría estás dando la opción de entrar a los inversores en un gran negocio. Siendo así bueno tanto para el que vende como para el que compra.